Ola Källenius lo deja claro: Europa va “a toda velocidad contra un muro”
- Benjamín Chellew
- hace 16 minutos
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El futuro eléctrico de Europa ya no luce tan claro como hace unos años. Ola Källenius, CEO de Mercedes-Benz y presidente de la ACEA, lanzó una advertencia contundente: la prohibición de vender autos a combustión a partir de 2035 podría provocar el colapso de la industria automotriz europea. Sus palabras, directas y sin rodeos, reflejan la tensión que existe entre las metas climáticas fijadas por Bruselas y la realidad del mercado actual.

En 2021, Mercedes-Benz proyectaba un futuro dominado por autos eléctricos y se mostraba dispuesto a dejar atrás los motores térmicos “donde las condiciones de mercado lo permitieran” hacia finales de la década. Cuatro años después, esa visión se ha moderado de manera evidente. Los resultados de ventas muestran que la transición no avanza al ritmo esperado.
Durante el primer semestre de 2025, los eléctricos puros representaron apenas el 8,4% de las entregas globales de Mercedes, incluso por debajo del 9,7% del mismo periodo en 2024. Sumando los híbridos enchufables, la electrificación de la marca alcanzó solo el 20,1% de sus ventas.
En el mercado europeo la situación es similar. En la primera mitad del año, los eléctricos representaron el 17,5% de las matriculaciones, mientras que los híbridos enchufables quedaron en 8,7%. La mayor parte de los compradores aún se inclina por los híbridos convencionales, que alcanzaron el 35%, aunque gran parte de ese porcentaje corresponde a microhíbridos que no ofrecen una transición tecnológica completa.
Las cifras, según Källenius, demuestran que el mercado no está preparado para un cambio tan drástico en tan poco tiempo. En entrevista con el diario alemán Handelsblatt, el CEO de Mercedes fue tajante: “Necesitamos un reality check. De lo contrario, vamos a toda velocidad contra un muro. La industria automotriz europea colapsará si se mantiene la prohibición de vender autos de combustión en 2035”.
El ejecutivo teme que la medida genere un efecto contraproducente, ya que muchos consumidores podrían apresurarse a comprar autos de gasolina y diésel antes de la fecha límite. Ese fenómeno, en lugar de reducir emisiones, podría tener un impacto negativo tanto en el medio ambiente como en la estabilidad del mercado.
Un contexto adverso para Europa
El mensaje de Källenius llega en un momento en que los fabricantes europeos enfrentan varios frentes al mismo tiempo. La demanda de eléctricos crece, pero a un ritmo mucho más lento de lo que esperaba Bruselas. Mientras tanto, los fabricantes chinos han avanzado con fuerza en Europa, ofreciendo modelos más accesibles y poniendo bajo presión a marcas históricas como Mercedes, BMW y Volkswagen.
A esto se suma el riesgo de que una transición demasiado abrupta deje miles de empleos en el camino, especialmente en países como Alemania, Francia o Italia, donde la cadena de valor sigue dependiendo de la producción de motores tradicionales.
Para Källenius, la clave está en mantener un enfoque de neutralidad tecnológica. No se trata de frenar la descarbonización, sino de permitir que otras soluciones acompañen el proceso. Los híbridos enchufables, los combustibles sintéticos y las tecnologías intermedias podrían jugar un papel importante mientras la movilidad eléctrica logra consolidarse.
¿Habrá flexibilidad en la Unión Europea?
El plan de la Unión Europea de prohibir los motores a combustión en 2035 no está escrito en piedra. La Comisión Europea tiene previsto revisar la normativa en los próximos meses, y aunque en marzo reafirmó su compromiso con la meta de cero emisiones para mediados de la próxima década, las presiones de la industria y de algunos gobiernos europeos podrían abrir la puerta a cambios.
Una de las alternativas más discutidas es que los híbridos enchufables y los vehículos impulsados por combustibles sintéticos puedan seguir vigentes más allá de 2034.
Más allá de las críticas, el CEO de Mercedes ha insistido en que la transición hacia lo eléctrico requiere de medidas de apoyo más claras. Una de ellas es la necesidad de incentivos fiscales atractivos que faciliten la compra de eléctricos.
También ha pedido que se reduzca el costo de la electricidad en estaciones de carga, que hoy compite en clara desventaja frente a la gasolina y el diésel. Y, por supuesto, destaca la urgencia de ampliar y reforzar la infraestructura de recarga en todo el continente.
Mercedes, mientras tanto, sigue avanzando en su estrategia de sostenibilidad. La apertura de la planta de reciclaje de baterías en Kuppenheim, Alemania, en 2024 es un ejemplo de cómo la marca busca cerrar el ciclo de producción y asegurar un futuro más sostenible para sus modelos eléctricos.
El llamado de Ola Källenius es un recordatorio de que la electrificación de la movilidad europea no puede imponerse ignorando los tiempos del mercado ni la estabilidad económica del sector. Europa enfrenta un dilema complejo: mantener firme su meta climática de 2035 o flexibilizar la estrategia para evitar el colapso de una de sus industrias más emblemáticas.
La gran pregunta es si los reguladores escucharán a la industria y optarán por una transición más gradual, o si la región se arriesgará a dar un salto que podría dejar a muchos fabricantes contra las cuerdas.