Ventas globales de Volvo caen 14% en julio y marcan mínimo histórico del año

Volvo vive uno de sus momentos más complejos en los últimos años. La marca sueca cerró julio de 2025 con una caída del 14% en sus ventas globales, acumulando cinco meses consecutivos de retrocesos y registrando el volumen mensual más bajo del año.

Esta tendencia se suma a un segundo trimestre con pérdidas operativas por 1,000 millones de dólares, un golpe que refleja las dificultades que enfrenta la compañía en medio de una demanda debilitada, problemas de producción y presión competitiva en mercados clave, incluyendo el impacto que estas cifras pueden tener en su posicionamiento en Centroamérica.

En julio, Volvo entregó 49.273 unidades a nivel mundial, el peor registro mensual de 2025. Este resultado supone una disminución del 14% interanual y se suma a descensos del 12% en junio y mayo, 11% en abril y 10% en marzo. En el acumulado de los primeros siete meses, la marca registra una baja global de alrededor del 10–11% en comparación con 2024.

El impacto es especialmente fuerte en sus modelos electrificados. Las ventas de vehículos 100% eléctricos cayeron un 26% en julio (10,511 unidades), mientras que los híbridos enchufables descendieron un 21% (11,461 unidades). En conjunto, eléctricos y PHEV representaron el 45% de las ventas del mes, por debajo del 51% registrado hace un año. Por su parte, los modelos con motor a combustión interna e híbridos ligeros retrocedieron un 8%.

Modelos que lideran y los que sufren

A pesar de la crisis, el Volvo XC60 continúa como el modelo más vendido, con 16.813 unidades en julio, superando las 15.577 del mismo mes de 2024. Le siguen el XC40/EX40 con 12.087 unidades (-12%) y el XC90 con 7.266 unidades (-11%). En contraste, los sedanes S60 y S90, así como el V90, mantienen volúmenes reducidos y poca incidencia en las cifras globales.

El buque insignia eléctrico de la marca, el EX90, enfrenta críticas importantes. Consumer Reports detectó fallos en sistemas clave, desde motores que impiden plegar los asientos de la tercera fila por sobrecalentamiento, hasta falsas alarmas de punto ciego y cortes aleatorios del sistema de audio. Estos problemas han empañado su debut y afectado la reputación de calidad de Volvo.

Por su parte, el EX30 —tercer vehículo eléctrico más vendido en Europa en 2024— perdió impulso fuera del continente debido a los aranceles aplicados a modelos fabricados en China. En Estados Unidos, su precio inicial subió hasta los 46,195 dólares, lo que redujo drásticamente su competitividad. Para revertir esta situación, la producción se trasladó a Bélgica a inicios de 2025, con el objetivo de reducir costos y tiempos de entrega.

Una de las decisiones más cuestionadas en la última década fue mantener la producción del sedán S60 en la planta de Ridgeville, Carolina del Sur —ubicada en el tercer mayor mercado de Volvo—, en lugar de ensamblar allí un SUV. Este cambio recién llegará en 2027, cuando comience a fabricarse el XC60, seguido por el XC90 en 2028. Este retraso implica que el impacto positivo en costos y tiempos de entrega no se verá en el corto plazo.

El nuevo CEO, Håkan Samuelsson, ha iniciado un plan de reestructuración que incluye la reducción de 3,000 empleos y un enfoque en “producir el modelo correcto en el mercado correcto”. Además, la marca ajustó su estrategia de electrificación: abandonó el objetivo de ser 100% eléctrica para 2030 y ahora apunta a que entre el 90% y 100% de sus ventas provengan de eléctricos o híbridos enchufables.

Samuelsson reconoció que “la demanda sigue bajo presión por el entorno macroeconómico, las incertidumbres relacionadas con los aranceles y la competencia más dura”. Aunque la compañía espera que sus medidas de ajuste muestren resultados en 2026, el escenario actual evidencia que la transición será compleja y que la recuperación dependerá de la capacidad de Volvo para mejorar la calidad de sus lanzamientos y adaptarse a las condiciones del mercado.

La situación de Volvo combina una caída sostenida en ventas, problemas de calidad en sus modelos más recientes, un retraso estratégico en producción y el impacto de aranceles que han encarecido su oferta en mercados clave. El XC60 se mantiene como un pilar, pero la dependencia de este modelo y la demora en la reconfiguración industrial plantean dudas sobre el ritmo de la recuperación.