Opinión: Panamá necesita un plan nacional para reducir los atropellos de animales
- Mario Andrés Muñoz

- 27 jul
- 2 Min. de lectura
En Panamá, el problema de los atropellos a animales en calles, avenidas y carreteras es una realidad creciente y poco atendida. Aunque las estadísticas oficiales son escasas, diversos estudios científicos han comenzado a documentar la magnitud del fenómeno.

Investigaciones lideradas por el Instituto Smithsonian y científicos locales registraron más de 230 atropellos de vertebrados silvestres entre 2007 y 2020, abarcando 63 especies diferentes, incluyendo mamíferos, reptiles, aves y anfibios. Esto demuestra que, aunque los incidentes muchas veces pasan desapercibidos en las estadísticas de tránsito, su impacto ecológico y ético es profundo.
Uno de los estudios más reveladores fue realizado en un tramo de 13 kilómetros junto al Parque Nacional Camino de Cruces entre 2017 y 2020, donde se documentaron 79 atropellos, principalmente de mamíferos y reptiles.
La tasa de mortalidad estimada en ese tramo fue de 2,07 animales por kilómetro al año, cifra comparable con la de otros países latinoamericanos como Costa Rica y Brasil. Esto evidencia que el problema no es aislado ni anecdótico, sino sistemático y persistente en nuestras vías.
En España, la Dirección General de Tráfico ya ha elaborado guías específicas y estrategias de infraestructura verde para reducir estos siniestros. En cambio, Panamá aún carece de un protocolo nacional para prevenir atropellos de fauna, ni siquiera para el tratamiento de los animales muertos en carretera.
Los pocos reportes formales provienen de medios que han documentado, solo en 2023, al menos cinco caballos y cuatro vacas muertos por colisiones, sin contar la gran cantidad de perros, gatos, iguanas o aves atropelladas diariamente.
Es urgente que Panamá adopte un enfoque sistémico y responsable frente a esta forma de siniestralidad. Es necesario integrar criterios de protección animal y conservación en el diseño de carreteras, implementar pasos de fauna, mejorar la señalización en zonas sensibles y lanzar campañas educativas que concienticen a los conductores sobre la importancia de respetar la vida silvestre y doméstica. La seguridad vial debe concebirse también desde una perspectiva ecológica.
Un país que aspira a ser sostenible no puede ignorar a los más vulnerables en sus vías. Atender esta deuda no solo protege a los animales, sino que también mejora la seguridad para todos y fortalece nuestra relación con el entorno natural.







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