19 años y 20 carreras después, Oliver Bearman ya no corre como un debutante

El joven piloto de Haas, Olli Bearman genera entusiasmo para la temporada 2026, donde puede ganar consistencia, brillo y vivir momentos de protagonismo. La página web de la Fórmula Uno publicó una entrevista y aquí destacamos los aspectos más llamativos.

Bearman comenzó su trayectoria en el automovilismo a los ocho años, en el karting en 2013. Su talento fue reconocido de inmediato tras quedar entre los cinco primeros en el Kartmasters British Grand Prix de 2014. Poco después, volvió a estar entre los cinco primeros en el Campeonato Nacional Super 1 de 2015, seguido de un segundo puesto al año siguiente.

El piloto británico saltó rápidamente a la fama en 2019, cuando ganó la Winter Cup en la categoría junior X30, además de quedar primero en la Euro Series y la Final Internacional.

Tras pasar de US Racing a Van Amersfoort Racing para los campeonatos de F4 de Alemania e Italia de 2021, Bearman terminó victorioso, convirtiéndose en el primer piloto en ganar ambos títulos.

Posteriormente, Bearman fue fichado por la prestigiosa Academia de Pilotos Scuderia Ferrari en noviembre de 2021.

Luego, fue lanzado al centro de atención de la F1 en 2024 cuando hizo una aparición de última hora como sustituto en Ferrari y más tarde sustituyó en Haas. Esas actuaciones impresionantes le valieron una oportunidad a tiempo completo para 2025 y, al final de una temporada de novato vertiginosa.

El piloto británico entiende el pulso de la Fórmula 1: supera los 20 Grandes Premios disputados. El 2025 no fue un año cualquiera para el británico. Fue el año en que dejó de ser promesa para convertirse en realidad.

Su historia reciente parece escrita a toda velocidad. No hubo tiempo para nervios ni para rituales: solo acelerar. Aquellas actuaciones relámpago le abrieron la puerta a una butaca fija en 2025 y, desde entonces, el joven inglés no hizo más que justificar la apuesta.

Al inicio, la Fórmula 1 le cayó encima como una avalancha. Más compromisos, más presión, más errores. Accidentes tempranos, clasificaciones frustrantes y sanciones que dolieron, como "aquella caída de diez puestos en Silverstone por una infracción bajo bandera roja que él mismo califica de “absurda”". Sin embargo, Bearman entendió rápido una lección clave: equivocarse también forma parte del aprendizaje. “Soy novato, estoy construyéndome”, repite, casi como un mantra.

La temporada empezó a cambiar cuando él mismo empezó a sentirse en casa. Holanda marcó un punto de inflexión con un brillante sexto lugar. Luego llegaron Singapur, Austin y, sobre todo, México. En la altitud traicionera de Ciudad de México, Bearman se coló en la Q3, se lanzó a la primera curva como si no conociera el miedo y terminó cuarto, después de medirse rueda a rueda con Max Verstappen. En el corral de prensa, con la voz quebrada y la familia mirándolo desde la distancia, entendió que ya no era un invitado: estaba compitiendo de igual a igual.

Esa regularidad se extendió a São Paulo y Las Vegas, firmando la mejor racha de puntos entre todos los debutantes de la parrilla. No fue solo velocidad. Fue madurez. Dentro y fuera del auto, Bearman aprendió a leer el automóvil, a hablar el lenguaje de los ingenieros, a exprimir cada mejora del VF-25, incluso cuando Haas atravesaba problemas de estabilidad que obligaron a cambios apresurados a principio de año.

Ayao Komatsu, jefe del equipo, lo vio claro. El talento estaba ahí; el reto era hacerlo constante. Bearman aceptó el desafío con una mentalidad abierta, dispuesto a escuchar, a corregir y a crecer. Esa actitud, más que los resultados, terminó de convencer al equipo de que estaba ante algo más que un piloto rápido: estaba ante un proyecto sólido.

El cierre de la temporada tuvo tropiezos —un abandono en Catar, una eliminación ajustada en Abu Dabi—, pero el balance fue contundente: 13º en el campeonato, tres puntos por delante de su experimentado compañero Esteban Ocon y una reputación reforzada como uno de los jóvenes más brillantes de la Fórmula 1.

Ahora, mientras el invierno se acerca y el deporte se prepara para el gran cambio reglamentario de 2026, Bearman vuelve a sonreír. Sabe que le tocará aprender de nuevo, adaptarse a otro automóvil, empezar casi desde cero. Pero esta vez no llega como un sustituto de emergencia ni como una incógnita. Llega como alguien que ya demostró que su lugar es estar allí.

"Todas las lecciones aprendidas en las dos eras anteriores del auto e están poniendo en práctica en el nuevo. Últimamente hemos estado trayendo mejoras y mejorando el rendimiento, lo que demuestra que el equipo de aerodinámica está funcionando muy bien. Quiero el vehículo más rápido posible y quiero sumar puntos para el equipo, pero mi rendimiento es independiente de lo que haga el coche. He establecido bases sólidas este año, he visto una mejora muy buena y quiero seguir construyendo sobre eso el próximo año", señaló Bearman.