El artista panameño Cisco Merel recrea el estilo de los tradicionales Diablos Rojo, sus colores, diseños y figuras decorativas. Además de exhibir sus pinturas en galerías de arte, su obra es parte de fachada de edificios, barcos y esculturas urbanas. Ese la forma adecuada de mantener un legado cultural. No dejando en plenos Siglo XXI que sigan circulando, realicen regatas, se disputen pasajeros y atiendan algunas áreas urbanas porque hay un deficiente servicio de transporte público.
Si no los frenamos seguirán multiplicándose. Son sinónimos de peligro, irrespeto a los usuarios y negligencia. Si alguien cree que exagero. Basta mencionar un ejemplo: un Diablo Rojo el 1 de enero pasado se volcó dejando 38 heridos, tres de los cuales sufrieron heridas de gravedad en el Distrito de Capira, Panamá Oeste.
El motivo del hecho de tránsito es que el conductor perdió el control del bus por desperfectos mecánicos, de acuerdo a las autoridades policiales. Se trata un caso muy común de una anticultura que afectó las vidas de muchas personas, pasajeros, peatones y otros conductores. No es la única vez que un bus se ve involucrado en siniestros viales de ese tipo.
Fue en mayo de 2001 que el desaparecido periodista chileno residente en Panamá, Franco Rojas, escribió una crónica para la agencia Acan-Efe que dió la vuelta al mundo y que decía “Panamá manda al infierno a los diablos rojos”. Parecía una decisión inapelable de las autoridades del momento, lideradas por el ministro Winston Spadafora. Pero 22 años después parece difícil de cumplir. Estos buses siguen siendo una amenaza.
En una nota muy colorida, Rojas en ese momento, mencionaba que viajar en estos buses eran los mayores purgatorios de los panameños. Se debía decir basta a las carreras salvajes, llevarse las luces rojas, uso de troneras, calcomanías obscenas con frases de doble sentido, “satánicas”, o que hagan alusión a la muerte.
Entre las frases que se podían leer durante un viaje a bordo del autobús “Príncipe Dorado” estaban algunas como “vivo de la envidia”, “Dichoso Adán que no tuvo suegra”, “Pídele a Dios el cielo porque el infierno ya lo viviste aquí” y “a favores no me niego, pero de las gracias no vivo’‘.
Más allá de lo pintoresco de este tipo de transporte, los Diablos Rojos se vieron involucrados en siniestros muy graves, hubo atropellos a peatones, colisiones y también, muchos se han olvidado, que se incendiaban. Se trata de vehículos de segundo uso, luego de que en Estados Unidos eran descartados luego de formar parte del transporte escolar.
Se registraron 316 buses envueltos en llamas, según un reporte del Cuerpo de Bomberos de Panamá del año 2008. Uno de los casos más graves fue del bus 86-3672, del 23 de octubre de 2006 cuando se incendió y dejó 18 pasajeros calcinados.
Se deben mantener en los espacios artísticos, donde estos diablos son exorcizados y alejados de las calles, donde siguen representando un peligro. Parece mentira que todavía subsistan de forma operativa, mientras funcionan dos líneas del Metro, el sistema Mi Bus y, pronto, circularán buses eléctricos.
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