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  • Foto del escritorEdsson Araúz

Soluciones para reducir las emisiones de efecto invernadero, según el Banco Mundial

El transporte es responsable del 20 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. En las últimas tres décadas, las emisiones del transporte crecieron a una tasa promedio anual del 1,7 %, más rápido que cualquier otro sector (i), excepto la industria. Estas emisiones deben caer más de un 3 % al año hasta 2030 para encaminarse hacia los objetivos de cero emisiones netas, según la Agencia Internacional de Energía.

Lo que el mundo necesita son soluciones asequibles que puedan reducir rápidamente la dependencia del transporte de los combustibles fósiles, mejorar la vida de las personas, y ampliarse de forma rápida a más lugares. Los sistemas de tránsito rápido de autobuses cumplen con estos objetivos.

La tecnología de vehículos eléctricos tiene un potencial que va más allá del tránsito rápido de autobuses. Para alentar el uso de vehículos eléctricos pequeños y asequibles, la Corporación Financiera Internacional (IFC), la entidad del Banco Mundial dedicada al sector privado, apoyó a Tembici, empresa brasileña de bicicletas eléctricas compartidas, y a Mahindra Last Mile Mobility, con sede en India, que fabrica vehículos eléctricos de tres ruedas.

Tembici ha ampliado su flota de bicicletas eléctricas compartidas en América del Sur y estima que más de 3 millones de personas de todo el mundo han realizado más de 55 millones de viajes en sus bicicletas y evitado aproximadamente 14 000 toneladas de emisiones de dióxido de carbono.

Foto: Banco Mundial


Todos los países deberían hacer un plan para incorporar vehículos eléctricos, especialmente autobuses y vehículos de dos y tres ruedas, en sus sistemas generales de transporte. Nuestra visión es crear sistemas de transporte que no solo sean ecológicos, sino que también refuercen los objetivos de desarrollo y faciliten el trabajo cotidiano de todos los ciudadanos. Ciertamente, los vehículos eléctricos forman parte de esta historia, pero se necesita un enfoque integral para que sean realmente eficaces”. Nicolas Peltier-Thiberge Director de Transporte del Banco Mundial.

Desde hace varios años, las inversiones del Banco Mundial en transporte se han desplazado hacia modalidades más verdes. De hecho, todos los proyectos nuevos elaborados a partir de 2021 contribuyen a reducir las emisiones de GEI de los países o a aumentar la resiliencia climática. Las principales inversiones se centran, entre otras cosas, en el transporte urbano masivo y en los proyectos para cambiar los modos de transporte de carga de medios con alto contenido de carbono, como los camiones diésel o a gasolina, por el ferrocarril y vías navegables interiores, que producen un nivel mucho menor de emisiones por kilómetro de transporte.

El Banco Mundial es el mayor proveedor de financiamiento para transporte a nivel mundial y ha proporcionado 5 mil 700 millones de dólares para 28 proyectos de transporte urbano en 18 países durante la última década, en colaboración con otras entidades de financiamiento en muchos casos. Algunos de estos proyectos sirven de respaldo a grandes obras públicas, como las líneas de metro. Otros hacen que sea más fácil y seguro para las personas caminar o andar en bicicleta.

Estos proyectos respaldados por el Banco han reducido las emisiones de GEI en unos 20 millones de toneladas durante toda su vigencia, lo que equivale a detener, durante un año, las emisiones de una gran ciudad de más de 2,5 millones de hogares.

Al crear carriles exclusivos para autobuses y mejores servicios, los sistemas de tránsito rápido de autobuses proporcionan acceso a los trabajos y tiempos de viaje más rápidos.

Foto: B. Mundial


Soluciones para el transporte masivo

Las ciudades se están expandiendo rápidamente, en especial en los países en desarrollo, al igual que la cantidad de automóviles. En un contexto de embotellamientos sin precedentes y aire contaminado, muchas ciudades están buscando formas más eficientes, seguras y asequibles de trasladar a las personas, con una huella de carbono mucho menor.

Si no se encuentran alternativas al transporte con una elevada huella de carbono en las ciudades de más rápido crecimiento del mundo, aumentarán las emisiones. Para 2050, la demanda del transporte de pasajeros podría crecer un 75 % respecto de los niveles de 2019, con impactos desastrosos en el planeta, a menos que las emisiones se reduzcan drásticamente.

Los carriles exclusivos para autobuses sirven para sacar a los automóviles de las carreteras y trasladar a las personas rápidamente, proporcionando los beneficios de los sistemas de metro por una fracción del costo. También pueden reducir rápidamente la dependencia de los sistemas de transporte público de los combustibles fósiles. La revolución en la tecnología de baterías ha hecho que los autobuses eléctricos alimentados por baterías sean cada vez más viables en todo el mundo.

Un ejemplo de ello es el de El Cairo (Egipto). El Gobierno, con el apoyo del Banco Mundial, se prepara para incorporar unos 100 autobuses eléctricos (i), lo que sienta las bases para una flota mucho más amplia de este tipo en el futuro. Cambiar el tránsito de automóviles a autobuses ya ayuda a reducir la contaminación del aire relacionada con los vehículos; electrificar este cambio lleva los beneficios aún más allá.

Foto: B. Mundial


Otro ejemplo es el de Senegal. Dakar, capital del país, está introduciendo una nueva línea transporte rápido de autobuses totalmente eléctrica, la primera en África occidental. El sistema de Dakar disminuye la cantidad de automóviles en las carreteras y permite que los viajeros utilicen los vehículos eléctricos en lugar de otros impulsados por combustibles fósiles; de esta manera, se reducen las emisiones locales y globales. Durante su vigencia, el proyecto de tránsito rápido de autobuses contribuirá a bajar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en aproximadamente 1,2 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que equivale a sacar de circulación más de 250 000 vehículos de pasajeros que funcionan con gasolina durante un año.

Respaldado por el Banco Mundial, el Banco Europeo de Inversiones y fuentes públicas y privadas, el proyecto (i) también forma parte del compromiso climático de Senegal en el marco del Acuerdo de París para mitigar el calentamiento global y adaptarse al cambio climático.

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