Un grupo de 17 ratas ha aprendido a conducir vehículos diminutos para buscar comida. Este estudio poco convencional fue llevado a cabo por Investigadores de la Universidad de Richmond en Virginia que utilizaron roedores que conducían vehículos para demostrar que un entorno enriquecido puede mejorar la función cognitiva y ayudar a agudizar la capacidad de aprender tareas complejas. El estudio fue publicado en el 2019.
Curiosamente también demostraron que el dominio de una habilidad compleja, como conducir, puede reducir los niveles de estrés y ayudar a los roedores a relajarse.
“Los hallazgos de que los animales alojados en un entorno complejo tenían un aprendizaje más eficiente en la tarea de conducción confirma que el cerebro es un órgano plástico que, hasta cierto punto, está moldeado por nuestras experiencias”, señala el Dr. Kelly Lambert, autor del estudio y profesor de Neurociencia del Comportamiento en la Universidad de Richmond.
“Les digo a mis estudiantes que son responsables de lo que hacen con sus cerebros todos los días de sus vidas; estilos de vida más desafiantes y enriquecedores conducen a redes neuronales más complejas”.
Según un reporte de la revista Behavioral Brain Research, para conducir el automóvil, las ratas se sientan en una placa de aluminio y tocan un cable de cobre. El circuito se completa, el vehículo avanza y el animal pudo seleccionar la dirección en la que quería viajar.
Es comprensible que esta sea una tarea bastante compleja de aprender para un roedor, que requiere todo tipo de habilidades cognitivas, motoras y visoespaciales que normalmente no emplearían juntas. Sin embargo, después de un poco de práctica, pudieron navegar con éxito hasta un anillo de cereal Froot Loops azucarado.
Algunas de las ratas del experimento se habían criado en un laboratorio, mientras que otras vivían en “entornos enriquecidos”, es decir, tenían hábitats más naturales. Estas últimas fueron significativamente mejores conductores que las ratas de laboratorio.
Después de los ensayos, los investigadores recolectaron las heces de las ratas para analizar la hormona del estrés, la corticosterona, así como la dehidroepiandrosterona, una hormona antiestrés.
Todas las ratas tenían niveles más altos de dehidroepiandrosterona, lo que los científicos creen que podría estar relacionado con la satisfacción de haber aprendido una nueva habilidad y quizás el placer de conducir.
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