Según documentos publicados este miércoles por la Oficina de Comercio Exterior de Estados Unidos, los nuevos aranceles entrarían en vigencia el próximo mes de Agosto y se extenderían a otros productos como minerales, chips de computadora y baterías para autos eléctricos.

La relación comercial entre Estados Unidos y China ha estado marcada por una serie de disputas y acuerdos que han fluctuado con el tiempo. Sin embargo, la reciente decisión de Washington representa uno de los pasos más drásticos en la política comercial estadounidense en relación con China. Este cambio de política responde, en parte, a las investigaciones en curso sobre prácticas comerciales que el gobierno estadounidense considera desleales por parte de los fabricantes chinos.
Actualmente, todos los autos fabricados en China y vendidos en Estados Unidos ya están sujetos a un arancel del 27.5%.
En este contexto, este nuevo arancel del 100% anunciado por Estados Unidos puede verse como una medida preventiva para proteger a sus fabricantes locales de la creciente competencia de vehículos fabricados en China, que ya ha mostrado tener éxito en mercados como Asia-Pacifico y Latinoamerica, y el inicio de su llegada a mercados europeos.
Realmente Estados Unidos no importa tantos vehículos eléctricos chinos como las medidas parecen señalar. Actualmente las marcas chinas líderes del segmento como BYD, Geely o GAC no están presente en Estados Unidos.
Las principales importaciones de autos eléctricos chinos llegan de la mano de marcas occidentales como Volvo y Polestar, aunque esta última solo vendió 54,600 unidades en los Estados Unidos durante 2023, que contrasta con los 1.2 millones de autos eléctricos que se vendieron en este país.
El mayor impacto no sería para los autos eléctricos chinos, si no para la industria local. Otros impuestos incluirían partes para baterías de litio así como baterías completas de vehículos eléctricos, que pagarían un 25%, así como minerales (un 25 %), y productos de acero y aluminio (25 %), que representaron 18 mil millones de dólares durante 2023.
Tesla, General Motors, Ford, Volkswagen, Hyundai y varios otros fabricantes de automóviles han invertido decenas de miles de millones de dólares en fábricas de baterías y vehículos eléctricos en Estados Unidos y dependen de proveedores chinos en alguna medida.
Los consumidores estadounidenses probablemente verán un aumento en los precios de los vehículos eléctricos. Esto podría llevar a una reducción en la demanda de estos vehículos y un cambio hacia otras alternativas.
Pero el gobierno chino tampoco se ha quedado de brazos cruzados. Las represalias incluirían aranceles del 25% a los autos estadounidenses importados al gigante asiático, que durante 2023 rondaron las 250,000 unidades, lo que podrían impactar negativamente a los fabricantes estadounidenses que exportan a China.
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