La economía de la industria automovilística de Alemania -al igual que en muchos países- está en aparente declive. El medio Deutsche Welle, dio a conocer que los resultados de un informe de la Plataforma Nacional Futuro de la Movilidad (NPM), una agencia de investigación financiada por el gobierno alemán, sugieren que en el peor de los casos, más de 400,000 puestos de empleo podrían desaparecer para el año 2030.
La pandemia del COVID-19 es solo la última crisis de una industria que lucha en múltiples frentes. Pero la razón principal de la cruda previsión del NPM era bastante clara: la rápida transición de los motores de combustión interna a la electromovilidad, acelerada por los objetivos climáticos de la Unión Europea para el sector del transporte.
Electromovilidad: todo un reto
Aunque la industria del automóvil en Alemania ya ha invertido mucho en la electromovilidad, la realidad es que muchos trabajadores de la industria del automóvil no encontrarán un lugar en el nuevo orden, empezando por el simple hecho de que los autos eléctricos requieren menos piezas que los de motor de combustión.
Incluso si una empresa está absolutamente decidida a hacerlo, es muy costoso para los empresarios reducir personal y a menudo necesitan la aprobación de los propios trabajadores. Por ejemplo, los representantes de los trabajadores tienen un poder de veto en el Consejo de Supervisión de VolksWagen.
Si las nuevas contrataciones se mantienen al mínimo en las compañías de automóviles en los próximos años, un gran número de estos trabajadores se habrán jubilado y no serán reemplazados para el 2030. Si eso sucede, la industria no morirá, sino que evolucionará gradualmente hacia algo muy diferente a lo que es hoy en día.
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